*Con más de 30 chavales en clase, Sael Giovanni Carrizosa y Anastacio Antonio Martínez llevan a un viaje que va de la laudería hasta la jarana y los sonidos del son jarocho
Nadia Carrión
Cosoleacaque, Ver.- Al aire libre, bajo un frondoso árbol, Sael Giovanni Carrizosa y Anastacio Antonio Martínez, tienen su semillero creativo de laudería, son y jarana.
En una región donde el Son se lleva en el alma y en el ADN familiar, con gran paciencia comparten su conocimiento a niños y niñas de todas las edades y regiones.
En esta tierra de calores intensos del sur veracruzano, en ocasiones llegan a tener hasta 60 aprendices que buscan transpirar la música de los abuelos y quieren hacerlo con instrumentos fabricados por sus propias manos.
Hoy en día, procuran sus 32 semillas con amor y dedicación, porque el arte de ser laudero y el don de tocar las cuerdas se trae en el alma, pero se alimenta con disciplina y constancia.
“El taller es de laudería pero en ese proceso, por qué lleva un proceso casi de un año en construcción su instrumento, vamos aprendiendo paso a paso cómo hacerlo bien”, afirma Sael.
Sin rango de edad y de manera gratuita, instruyen a todos aquellos que estén dispuestos a aprender y lo hacen con jaranas.
Durante el proceso, les enseñan a realizar lo que para muchos es su primer instrumento, ese instrumento de cuerdas que seguramente marcará su vida, su introducción al mundo de la música, al son y a la cultura.
“Me vuelvo niño cuando los veo, a su edad yo también construí mi primer instrumento, y fue algo bien bonito, mágico, ahí tengo la primera jarana que construí”, afirma.
Para ellos, es gratificante ver a niños y jóvenes compartir el amor y la pasión por la música, aprender a escucharla y a identificar cada sonido. Ver sus pequeños pies en una tarima y amar un instrumento de cuerdas que crearon con sus propias manos es algo indescriptible.
“Con los padres estamos bien agradecidos, participan también con nosotros, nos dan la confianza de llevarlos de la mano en esto que es el mundo de nuestra cultura, el son jarocho más que nada”.
